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lunes, 24 de abril de 2017

ARTÍCULO: No me olvidesUn nuevo aniversario del Genocidio Armenio

No me olvides Un nuevo aniversario del Genocidio Armenio

Prof. Ignacio D´Asero
CIIE de Pilar




Se están cumpliendo 102 años del inicio del Genocidio Armenio. Este proceso de terror, muerte , destrucción y silencio fue llevado adelante por el Estado Turco desde 1915 hasta 1923.

En el año 2015, a partir de acciones del C. I. I. E. de Pilar, en colaboración con el C. I. I. E. de Zárate, se realizó el Congreso Regional "Los Genocidios como Problemas Históricos. Reflexiones en torno a la Enseñanza", conmemorando el Centenario del Genocidio Armenio.

Resultó ser una actividad multiplicadora para difundir este tipo de problemática y el trabajo en las aulas de los distintos niveles. Participaron alrededor de 200 docentes.

Fueron oradoras centrales de este congreso las representantes del Equipo de Educación del Consejo Nacional Armenio (Buenos Aires), Lic. Carolina Karagueuzian y la Lic. Elizabeth Rizian.

También contamos con la presencia de la Magister Tália Meschiany, miembro del Equipo Técnico Central en el área de Historia de la Dirección de Formación Continua, profesora de la Universidad Nacional de La Plata, quien disertó en torno a la Shoá y su enseñanza en la escuela, como reconocida especialista. La Lic. Diana Hamra, parte del Equipo de Historia y Ciencias Sociales de la Dirección de Formación Continua y profesora de la Universidad Nacional de Avellaneda, quien expuso acerca del Genocidio de los Pueblos Originarios y afrodescendientes. Y disertó el Lic. Luis Alberto Messa, miembro del Equipo Técnico de Región 11 desde sus inicios, quien realizó un análisis del Terrorismo de Estado en clave local y personal. También expusieron docentes de los Distritos de Pilar y Zárate con experiencias en sus escuelas muy comprometidas.

Copiamos debajo un fragmento del artículo escrito por el Equipo de Educación del Consejo Nacional Armenio, Lic. Carolina Karagueuzian (Trabajo Social, UBA), el Prof. Juan Karagueuzian (Ciencias de la Educación, Universidad  San Andrés), la Lic. y Prof. Julieta Puppo (Estudios Orientales, Universidad del Salvador), la Lic. Elizabeth Rizian (Psicología, UBA). 
Este artículo es parte de la publicación que está en prensa como reflejo del Congreso Regional.


Genocidio de los Armenios: 100 años de lucha contra la negación y el olvido”



Sobre el delito de Genocidio y la singularidad del caso armenio

Los Estados genocidas en forma coincidente concentran en su núcleo ideológico características donde evidencian grandes cercanías entre ellos, reafirmando la teoría de ejecución de procesos similares en distintos tiempos. Encontramos dichos puntos de conexión en sus condiciones; Estados todos ellos, xenófobos, racistas, discriminadores, que inventan una “razón de Estado” que justifique su accionar. Hablamos de una justificación absurda, con un valor ético muy particular y que encuentra en sus fundamentos cuestiones denominadas “superiores”, de “necesidad” o de “fuerza mayor”. Así el Estado toma decisiones supuestamente vitales para su supervivencia o para la protección de “todos”.
En este contexto cobra relevancia reflexionar sobre las lógicas genocidas desde el punto de vista de las prácticas sociales discriminatorias. Comprender cómo pensamos y procesamos la otredad en nuestra cultura y analizar qué prácticas conducen, en el extremo, a legitimar las diversas formas de sometimiento y de violencia, que pueden culminar en los aniquilamientos implicados en todo genocidio.
Es imprescindible, en este sentido, repensar los genocidios desde la óptica de las relaciones sociales, visibilizando la discriminación, la xenofobia y el racismo en que se funda su ideología, cuestionando los prejuicios y estereotipos que se utilizan para profundizar la construcción del otro como inferior, como amenaza o como enemigo.
Si bien la definición de genocidio y su condena internacional se originó tras las atrocidades cometidas contra judíos, gitanos y otras poblaciones victimizadas por el nazismo durante la Segunda Guerra Mundial, la génesis del concepto  de genocidio se relaciona con el exterminio de los armenios durante los años 1915-1923. Las primeras reflexiones del jurista polaco de origen judío, Raphael Lemkin, quien acuñó el término genocidio y contribuyó a la redacción de la Convención para la Prevención y la Sanción del delito de Genocidio de las Naciones Unidas (1948), tuvieron como tópico central el crimen cometido por las autoridades del Imperio turco otomano en desmedro de la población armenia (Dadrian,2004:5).
Para abordar la singularidad en el caso armenio debemos tener en cuenta que los orígenes de la nación armenia se remonta a épocas muy antiguas, en el III milenio a.C. al sur de los montes Cáucaso, en la región de Asia Menor.  Por su ubicación estratégica a lo largo de su historia, el pueblo armenio sufriría invasiones de distintas fuerzas imperiales, provocando importantes procesos de desarraigo y dispersión de su población. Asi, hacia finales del siglo XIX, la población armenia quedaría dividida en tres partes pertenecientes a los imperios  turco otomano, zarista y persa.
Los armenios que habitaban en el imperio turco otomano constituían una minoría al  igual  que  griegos,  judíos,  árabes cristianos. La condición de estas minorías pasó a ser la de  súbditos que pagaban tributos al  interior de un régimen de dominación que  basaba  su poder en  las prescripciones del Islam. La   inferioridad  impuesta a la minoría armenia   implicaba   una   masa   de   prejuicios   y   prácticas discriminatorias   que   se   agravaban   más   aún   por   impedimentos legales. 
La masacre de armenios bajo el Imperio turco otomano, tanto en tiempo de los sultanes como posteriormente con los Jóvenes Turcos, responsables de la planificación y ejecución del genocidio iniciado en 1915, y prolongado hasta los inicios de la nueva república fundada por Mustafa Kemal, interrumpió dramáticamente cualquier posibilidad de desarrollo normal de la sociedad, particularmente para los armenios. La estigmatización de los armenios hasta convertirlos en “la razón de todos los males” de la sociedad llevó a las más terribles aberraciones.
En enero de 1913, tras la derrota turca en las guerras balcánicas, se agudizó la crisis territorial del imperio. Un grupo de opositores al sultán con una orientación  ultranacionalista, denominados “Jóvenes Turcos”, que habían llegado al poder derrocando al sultán, proyectaron deshacerse de la Cuestión armenia, con la aniquilación total de su nación, y de esa manera avanzar en la creación de un imperio panturquista que se concretaría con la unificación de las poblaciones de origen turco ubicadas en el Cáucaso y más allá del Mar Caspio.
A los asesinatos en masa, le sucedieron como práctica sistemática  la apropiación y sustitución de identidades de niños y mujeres en estado de absoluta vulnerabilidad y finalmente, el despojo patrimonial. Sobre estos elementos se fundó la moderna República de Turquía laica y occidental y así se completó uno de los momentos más significativos del proceso de limpieza étnica.
La negación enfática y persistente adoptada por las autoridades turcas inmediatamente posterior a los hechos y continuada por los sucesivos gobiernos turcos hasta la actualidad, la falta de reconocimiento sobre el crimen, la impunidad de los perpetradores y el silenciamiento del mundo tuvo consecuencias en la transmisión y causó que el genocidio armenio no tuviera presencia significativa  en la memoria de la humanidad.
La política estatal negacionista tuvo efectos en la sociedad turca, que fue conminada a mantener silencio sobre el Genocidio Armenio y sobre la usurpación territorial. Para tal fin, el Estado creó instituciones y leyes restrictivas que buscaban evitar toda posibilidad de confrontación. La dinámica de la impunidad obstaculizó la transmisión y volvió imposible la resignificación del pasado a través de un abordaje crítico de la historia.
Hasta la actualidad, reconocer la existencia del Genocidio Armenio en Turquía configura un delito según el código penal de ese país por considerar que su sola mención  “denigra la identidad turca”. ( Artículo 301 del código penal turco). De esta forma,  el negacionismo continúa cobrando víctimas y limitando la libertad de expresión en ese país. 
Orhan Pamuk, Elif Shafak, Taner Akcam y Ragip Zarakolu, son los exponentes de escritores, investigadores y periodistas que asumieron grandes riesgos por posiciones a favor del reconocimiento del Genocidio Armenio y en algunos casos enfrentaron procesos judiciales y prisión efectiva. A estos nombres es imposible no sumar a Hrant Dink, periodista de origen armenio ciudadano turco asesinado en 2007.  Su asesinato causó un gran impacto en algunos sectores de la sociedad turca que reclaman por derribar ese muro de silencio y luchan por el respeto a los derechos humanos de otras minorías, como por ejemplo los kurdos, que viven en Turquía.

El proceso de construcción de la memoria colectiva armenia post genocidio

El pueblo armenio, siendo víctima de un genocidio, se ha visto obligado durante más de un siglo a llevar adelante una lucha silenciosa en la cual la transmisión de su memoria a las nuevas generaciones, dispersas por casi todo el mundo tras el refugio de los sobrevivientes, ha sido la clave para mantener su identidad y la reivindicación de justicia.
Las comunidades armenias postgenocidio afrontaron en condiciones de extrema vulnerabilidad el proceso de construcción de la memoria del hecho traumático. Ese proceso fue fuertemente condicionado por las características de la población sobreviviente y afrontó tres etapas.
En la primera, que llamamos memoria traumática, se estableció un relato hegemónico de los hechos ocurridos de los que había sido víctima el pueblo armenio, que reservaba para las víctimas el papel de mártir y para el victimario el carácter de monstruosidad. Podemos decir que la identidad armenia en el exilio se reconstruyó sobre la base del trauma ocasionado por el genocidio, y que tuvo como características la radicalización del espíritu nacionalista en general y antiturco en particular, y el silencio de las víctimas sobrevivientes. Estas, en general, no contarán sus penas, por lo que las comunidades establecerán un relato hegemónico del genocidio armenio, marcado por el martirio, el sacrificio y la religiosidad, pero que no reflejaba necesariamente las historias de las víctimas.
En este sentido podemos mencionar por ejemplo los relatos de las jóvenes mujeres armenias esclavizadas en harenes turcos durante el genocidio armenio y rescatadas en los años sucesivos a la Primera Guerra Mundial. Estas mujeres que atravesaron esa situación traumática,  fueron “marcadas” en el cuerpo a través de tatuajes en las manos y sus rostros, guardando silencio sobre esas experiencias vividas.
Sumado a lo traumática de la experiencia sufrida, la dedicación plena al trabajo debido a las condiciones de pobreza en las que vivirán las comunidades en las primeras décadas de exilio, un manto de silencio y de duelo cubrirá la recordación del crimen genocida, restringiendo durante décadas el ejercicio de la memoria armenia al ámbito comunitario cerrado.
Recién la segunda generación de armenios, hija de los sobrevivientes, hará explícito el dolor y vehiculizará reclamos hacia el exterior de las comunidades. En la segunda etapa, que denominamos memoria activa, las comunidades mantienen el relato hegemónico pero con la variante de expresarlo “hacia afuera”, instaurando sólidas y ritualizadas formas de conmemoración que perseguían el objetivo de afirmar la identidad diaspórica.
Alrededor  del  cincuentenario surgieron  algunos  hitos  de  la  lucha  por  el  reconocimiento  del genocidio. Es en esta etapa cuando los armenios en diversas partes del mundo comenzarían a materializar una lucha activa contra el silencio y la negación en la búsqueda del reconocimiento de este crimen impune por parte de la comunidad internacional, la opinión pública y las organizaciones de Derechos Humanos.
En  primer  lugar,  se  inauguraría  en  Yereván,  capital  en  ese  entonces  de  la  República Socialista Soviética de Armenia, el primer monumento de conmemoración: el Dzizernagapert (Etim. Muralla de  las  Golondrinas). En  el  año  1965, la República Oriental  de  Uruguay se  convertía en el primer  Estado  en  el  mundo  en  reconocer  oficialmente  el  genocidio  contra  los  armenios.  Este reconocimiento  del genocidio armenio sería  el primero de muchos que se sucederían  a nivel internacional por parte de Parlamentos, Estados y organismos internacionales.
Una tercera etapa surgiría tras la recuperación de la democracia en la Argentina e intentará desarmar la trama hegemónica abriendo nuevos caminos de interpretación y de construcción de las memorias del genocidio. Este tercer momento, denominado “memorias del genocidio”, se caracterizó por el modo en que la Causa Armenia se insertó en el movimiento de Derechos Humanos de la Argentina,  la comparatividad con otros genocidios y las nuevas dinámicas, atomizadas y diversas, de difusión y transmisión de la experiencia por parte de la tercera y cuarta generación.
Es en este momento que podríamos enmarcar el surgimiento de distintas experiencias educativas mencionadas en la introducción de este trabajo que permitieron repensar la transmisión de estas experiencias traumáticas en la escuela.

Pero  la construcción de esta memoria sobre el genocidio armenio debe ser analizada bajo el prisma de los distintos momentos políticos  que atravesó nuestro país  fundamentalmente en lo que refiere a la cuestión de los derechos humanos. Es así que se entiende la ausencia de este tema en la prensa argentina entre los años 1976 y 1978 mientras se instauraba  el Terrorismo de Estado en nuestro país y en la región. 
Así también puede explicarse  que con el advenimiento de la democracia en nuestro país a partir del año 1983, amplios sectores de la dirigencia política asumieran el compromiso de acompañar los reclamos de una comunidad que luego de dos generaciones en el país formaba parte del mosaico intercultural de la sociedad argentina.
Las sucesivas declaraciones y resoluciones parlamentarias a nivel nacional y provincial, junto con el reconocimiento público del presidente de la Nación, Raúl Ricardo Alfonsín ante la comunidad armenia de la Argentina en septiembre de 1987, marcaron un hito en la postura argentina frente a la cuestión.
Este compromiso asumido por la Argentina se vería reflejado también en lo que fueron dos de los reconocimientos más importantes en instancias internacionales. Nos referimos a la declaración del Tribunal Permanente de los Pueblos, que reconoció el genocidio de los armenios en abril de 1984 con destacada labor del argentino Premio Nobel  de la Paz Adolfo Pérez Esquivel. Y un año después, el reconocimiento por parte de la Subcomisión de Derechos Humanos de las Naciones Unidas que contó con la activa participación del experto argentino y relator ante las Naciones Unidas, Leandro Despouy, junto a otros juristas argentinos como Hipólito Solari Yrigoyen.
Sin embargo, ese camino por el reconocimiento tendría un retroceso en la década del noventa, cuando el entonces Presidente de la Nación vetara una ley que había sido sancionada por unanimidad en el parlamento. Dicha ley declaraba el 24 de Abril, fecha que se conmemora en todo el mundo el genocidio armenio, como “Día de Lucha y Repudio contra la Discriminación del Hombre por el Hombre” en homenaje a todos los seres humanos víctimas de la discriminación y la intolerancia.
La apertura de una nueva etapa en la lucha por los Derechos Humanos en la Argentina a partir de 2003, marcada por la derogación de las leyes de impunidad, la posibilidad de continuar con los juicios a los genocidas, y la incorporación en la agenda del Estado del discurso y reivindicaciones de los organismos de Derechos Humanos, dieron el marco propicio para que la comunidad armenia en nuestro país pudiese imaginar que sus viejos anhelos políticos de reconocimiento del genocidio podían concretarse.
La sanción de la Ley Nacional 26.199 (publicada en el Boletín Oficial el 15/1/2007), durante el gobierno del Presidente Néstor Kirchner, cuyo artículo 1º dispone: “Declárese el día 24 de Abril de todos los años como “Día de acción por la tolerancia y el respeto entre los pueblos” en conmemoración del genocidio de que fue víctima el pueblo armenio y con el espíritu de que su memoria sea una lección permanente sobre los pasos del presente y las metas de nuestro futuro”, consecuente con la política sobre Derechos Humanos que se desarrollaba en el país, puso a la Argentina a la vanguardia del reconocimiento internacional junto a Uruguay; Francia, las Naciones Unidas y el Parlamento Europeo. 

Construyendo memoria desde la escuela: Resignificando las conmemoraciones

En los últimos años hemos asistido en nuestro país a un progresivo esfuerzo de promover la transmisión, en el ámbito educativo y en otros espacios públicos, de contenidos referidos al Terrorismo de Estado y ejes vinculados al pasado reciente con el fin de construir espacios compartidos de indagación y pensamiento en relación con la Memoria, la Verdad, la Justicia y los Derechos Humanos.

En nuestro país el trabajo realizado por más de 30 años por los Organismos ha tenido un rol central en la definición misma de los Derechos Humanos y en su interpretación en el contexto argentino. Las organizaciones de derechos humanos, sociales y políticas han logrado instalar en la sociedad la lucha por la Memoria, la Verdad y Justicia “anclada en una convicción indiscutida de que solo a través del recuerdo permanente de lo ocurrido en la represión se puede construir una barrera contra la repetición de atrocidades similares. Una certidumbre de que el Nunca más en el futuro se deriva del recuerdo del pasado traumático”( Jelin, E 2002: 551).

Sin dudas, otras experiencias de transmisión de hechos dolorosos y traumáticos, como el Holocausto judío o la última dictadura cívico-militar, han sido de gran ayuda para reflexionar sobre cómo ha sido la transmisión de la experiencia armenia en el ámbito escolar, que en los últimos años comenzó a ser abordada fuera del ámbito comunitario armenio, planteando nuevos interrogantes sobre los contenidos a transmitir y cómo hacerlo.
Es así que se comienza a trabajar en programas colaborativos entre escuelas públicas y escuelas de la colectividad armenia de Buenos Aires, proyectos institucionales interdisciplinarios  y talleres en escuelas secundarias, que posibiliten pensar los puntos que tienen en común estos procesos y analizar los contextos históricos y los discursos que alientan la discriminación, como elementos que gestan escenarios propicios para que se cometan crímenes de lesa humanidad.
Una primera resolución del año 1996 incluyó por primera vez el tratamiento del Genocidio Armenio en los contenidos curriculares de las escuelas dependientes de la entonces Secretaria de Educación de la Municipalidad de la Ciudad de Buenos Aires. Esta resolución del Consejo Deliberante posibilitó que la Subsecretaria de Derechos Humanos de la Ciudad de Buenos Aires junto al Consejo Nacional Armenio, publicara un cuadernillo  con contenidos teóricos y didácticos para docentes y alumnos de todas las escuelas públicas y privadas de la ciudad.
Sin lugar a dudas la promulgación en la República Argentina en el año 2007 de la Ley Nacional 26.199, que declara el 24 de abril como “Día de acción por la tolerancia y el respeto entre los pueblos”, en conmemoración del genocidio de que fue víctima el pueblo armenio, fue un hecho fundamental que permitió que diversas provincias de nuestro país se adhirieran a incorporar en el calendario y currícula escolar esta fecha para recordar y problemática a abordar en las aulas. Así lo han hecho la Ciudad Autónoma de Buenos Aires, (24 de Octubre de 1996 y 13 de septiembre de 2007), la Ciudad de Córdoba (14 de Diciembre de 2005) y las provincias de Córdoba (23 de Diciembre de 2008), Buenos Aires (16 de Abril de 2008) y Santa Cruz (30 de junio de 2010).
Sin embargo, la reflexión acerca de la enseñanza del genocidio armenio y la transmisión de la memoria del pueblo armenio en el ámbito educativo se encuentra en pleno proceso de construcción en términos de qué transmitir, cómo transmitirlo, de qué maneras, con qué recursos.
En la última década en nuestro país, la política de Estado desarrollada para garantizar la memoria, la verdad y la justicia se convirtieron en pilares de lo que entendemos por democracia en nuestro país, marcando un límite ético frente a la imposibilidad de construirnos como Nación sobre la negación y el olvido.

El compromiso asumido por quienes condujeron ese proceso, que permitió desarrollar políticas educativas que aborden la temática de la Memoria en la escuela, llevaron a trabajar conjuntamente con el Ministerio de Educación de la Nación a través de su programa Educación y Memoria.

Durante estos años se editaron materiales didácticos para el portal educ.ar; el libro “Holocausto y otros Genocidios del siglo XX”; el curso virtual para docentes sobre Genocidios en el marco del programa Nuestra escuela y producciones audiovisuales junto a Canal Encuentro.

En el año 2015 en el marco del Centenario del Genocidio Armenio se presentó el libro en versión impresa y digital  "Genocidio Armenio. Preguntas, respuestas y propuestas para su enseñanza" que fue presentado por el Ministro Alberto Sileoni junto a un capitulo de  Zamba sobre Genocidios y Memoria  realizado por Canal Encuentro.
                                                        
A cien años del Genocidio continua la lucha por el reconocimiento y la reparación

El genocidio perpetrado contra los armenios y otras minorías del Imperio tuco otomano no es una cuestión de la historia. Como hemos visto los alcances y consecuencias trascienden cualquier época y, desde un punto de vista del derecho penal internacional, el crimen de genocidio es un crimen imprescriptible.

Si bien la asunción de la responsabilidad estatal del  crimen de parte de Turquía y su correspondiente reparación no se ha logrado aún, la experiencia armenia es reconocida como  uno de los acontecimientos más atroces de la historia de la Humanidad y también como una de las luchas más significativas de resistencia al olvido.

Es por eso que cobra relevancia  el símbolo elegido por la República de Armenia y la diáspora para evocar el centenario del Genocidio Armenio: la flor No me olvides, bajo el lema “Recuerdo/Memoria y reclamo”.

En este símbolo que acompaño todos los actos que se realizaron durante el año 2015 ,tanto en Armenia como en el resto del mundo, están representadas las doce columnas de piedra del Monumento al Genocidio de Dzidzernagapert, ubicado en Ereván ( Capital de Armenia), que simbolizan las provincias armenias que fueron arrasadas durante el genocidio, mientras que los cinco pétalos invocan a los cinco continentes donde los armenios encontraron refugio después del genocidio, dando creación a la gran Diáspora armenia.

Pensamos en procesos de construcción de Memorias,  que permitan resignificar espacios, recuperar historias y relatos, condenar otras prácticas genocidas y generar el encuentro con el otro valorizando  la diversidad.
Siguiendo a Todorov, “El uso ejemplar [de la memoria] […] permite utilizar el pasado con vistas al presente, aprovechar las lecciones de las injusticias sufridas para luchar contra las que se producen hoy día, y separarse del yo para ir hacia el otro” ( Todorov, 2000).

Junto a la Memoria, está el Reclamo, indisoluble para aspirar a la justicia que incluya procesos de reparación orientados a alcanzar una justicia integral para el Genocidio de los armenios. Entendiendo que la impunidad respecto de este tipo de crímenes representa un daño para toda la humanidad. No sólo es injusto para las víctimas que no han sido debidamente reparadas sino que esa impunidad deja abierta la posibilidad a que estas tragedias se repitan.

Es por eso que consideramos que el centenario del genocidio armenio debe servir para reflexionar sobre el genocidio como una práctica racista institucionalizada que continua cobrándose millones de víctimas en todo el mundo.


Así como la trágica experiencia armenia llevó a que algunos años después se tipificara el delito de genocidio, continuar con la lucha por el reconocimiento y reparación del genocidio armenio permitirá avanzar en la construcción de mecanismos cada vez más eficaces para la prevención de prácticas genocidas y la aplicación de los instrumentos internacionales. Pero al mismo tiempo, para  prevenir las graves violaciones a los derechos humanos y otros genocidios, es condición necesaria la incorporación plena de estas temáticas en la agenda de los Estados y de movimientos sociales en todo el mundo.

Sugerencias para el trabajo en las escuelas

Ministerio de Educación de la Nación (2015) Genocidio Armenio. Preguntas, respuestas y propuestas para su enseñanza 


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