Marcelo Bianchi Bustos
Una de las principales demandas
de la sociedad al sistema educativo es que los alumnos lean. Este pedido forma
parte de un contrato entre la escuela y el entorno social y que es pensado
desde políticas microestructrales (en el seno de la propia institución y a
través de una diversidad de actividades de promoción de la lectura) hasta
macroestructurales (es decir, vinculadas con planes provinciales y nacionales).
Cuando se piensa en la lectura se
hace referencia no sólo a la escolar sino también a otra que sea capaz de
trascender la barrera de la escuela (que es sin dudas el gran objetivo de la
educación al lograr que los estudiantes puedan aplicar lo que se “aprende” en
las aulas en la vida que se desarrolla fuera de ella) para que forme parte de
la vida cotidiana de cada uno de los alumnos y que éstos sientan verdadero
placer al leer. Esta idea del placer lleva a pensar inmediatamente en la
cuestión del canon escolar, es decir en ese conjunto de obras que pueden ser
prescriptas por los ministerios, las escuelas o elaboradas por los propios
docentes y que forman el recorrido de lecturas que los alumnos realizan a lo
largo del tiempo.
Cuando se piensa en la literatura
que se lee en la escuela se ingresa a un mundo complejo y acerca del que
existen diversas opiniones. Muchas más son las discusiones que existen cuando
se piensa en qué se hace con ese texto en la escuela, es decir de qué manera se
lo utiliza. Durante mucho tiempo, en especial en los años 60 y 70, fue visto como un auxiliar para enseñar a
escribir correctamente y con ese objetivo se realizaron verdaderas
“disecciones” de los textos literarios al desarmarlos en introducción – nudo – desenlace
o al usarlos para extraer de ellos sustantivos, verbos y adjetivos, entre otras
cosas. La literatura en ese contexto histórico pedagógico era concebida como
algo didáctico y la idea del placer estaba totalmente alejada de las aulas. Esa
forma de trabajar ha cambiado debido al desarrollo de otras concepciones
epistemológico – didácticas que proponen un abordaje distinto de la literatura
en la escuela que la enmarca dentro de las Prácticas del Lenguaje.
Más allá de que muchas
jurisdicciones no posean esta denominación del espacio curricular, es
importante que el docente posea dicha concepción en su trabajo, pues implica,
como lo han sostenido Bautier y Bucheton (1997) pensar en la legua en uso, como
una actividad comunicativa, cognitiva y reflexiva. Es necesario recordar que al
pensar en Prácticas del Lenguaje y no en lengua se hace referencia al hecho de
que todos los hombres participan de la vida social, contexto en el que, al construir
la individualidad, se ponen en relación las ideas propias con las ajenas, se
defienden las ideas y los derechos. En este contexto, el trabajo con la
literatura guarda especial importancia pues implica poner al alumno en relación
con textos que le permiten una ampliación de su horizonte cultural.
Con estas consideraciones
previas, el docente debe propiciar que en el aula se forme una verdadera
comunidad de lectores que sientan placer por la lectura, debe también brindar
oportunidades para que se lean textos completos y auténticos, de verdadera
circulación social., etc. Lo interesante en esas prácticas es repensar en la
función de la literatura en relación con el lenguaje y como éste puede ser
modificado pues como dice Eagleton “en
el lenguaje rutinario de todos los días, nuestras percepciones de la realidad y
nuestras respuestas a ella se enrancian, se embotan, o como dirían los
formalistas, se automatizan. La literatura, al obligarnos de modo impresionante
a darnos cuenta del lenguaje, refresca nuestras respuestas habituales y hace
más perceptibles los objetos. Al tener que luchar más arduamente con el
lenguaje, al preocuparse por él más de lo que suele hacerse, el mundo contenido
en ese lenguaje se renueva vívidamente” (Eagleton, 1998: 13 – 14). Desde esta
perspectiva la literatura es un hecho del lenguaje, un hecho único y con un
maravilloso producto estético.
Un modelo a seguir a través del trabajo por tópicos y la
intertextualidad
Una forma de abordaje de la
literatura es a través del trabajo con los tópicos y la intertextualidad.
Algunos podrán decir que no se trata de aportes nuevos pero es importante
recordarlos pues existe una tendencia cada vez mayor en el ámbito educativo a
utilizarlos pues permiten que la lectura y el aprendizaje en torno a lo
literario cobren un nuevo significado.
Los tópicos literarios, definidos
por Curtius (1955) como aquellos tópicos retóricos que se desarrollan
tardíamente como visiones esenciales del hombre Occidental, se organizan en
campos de sentido que abarcan las más variadas manifestaciones de la vida.
Algunos de ellos pueden ser expresiones como que la vida es un sueño, que el
mundo es un teatro, que la naturaleza es un libro abierto, etc. Todos ellos
otorgan la posibilidad de leer la obra literaria de otro modo y de ponerla en
relación con otras que tocan otros temas similares.
La otra perspectiva con la que se
propone trabajar, complementaria de la anterior, es la intertextualidad. Se
trata de un tipo de polifonía, es decir de un recurso literario que vincula las
distintas voces que existen dentro de un texto y que permiten vincular a un
texto con otros en función de su tópico o del estilo, cuyo concepto fue
desarrollado por Bajtín y retomado luego Gennete y Kerbrat-Orecchioni.
Precisamente esta última la define como el “juego de alusiones que un texto
plantea” (en Ruiz, 1994: 52), es decir que cuando en un texto se hace alusión a
otro, ya sea desde el título, al incluir una situación que forma parte de
alguna obra conocida, se está recurriendo a la intertextualidad. Esta tiene la
función de abrir el texto a la irrupción de múltiples voces, de esta forma deja
de ser concebido como algo plano que se termina con la lectura de dicho texto
para pasar a ser considerado profundo, voluminoso, que pone – como ya se ha
dicho - en relación un texto con otro, con una pintura, con un filme, etc.
Desde esta perspectiva se puede leer y encontrarle otros sentidos a la poesía
“El caballero de la mano en el pecho” de Machado si la analizamos conjuntamente
con la pintura homónima de El Greco.
Recorridos literarios e ideas para el trabajo
Al trabajar con estas dos
nociones se pueden crear distintos recorridos literarios que le van a
posibilitar a las obras “hablar” entre sí. Uno de ellos tiene que ver con la
UTOPÍA. Este término que fue acuñado
por T. Moro significa no lugar o lugar inexistente. Los textos que tratan
acerca de estos lugares son denominados utópicos y en ellos se presentan
ciudades imaginarias y sociedades ideales que se encuentran organizadas de
maneras muy distintas a las reales y en los que sus habitantes tienen
satisfechas todas sus necesidades básicas y afectivas. En oposición a estos, se
encuentran los textos que presentan la CONTRAUTOPÍAS, es decir la visión de
futuros terribles en el que los habitantes del planeta han perdido su carácter
humano y se desarrollan escenas de violencia con la imposibilidad de desear un
futuro y no siquiera la idea de poder pensar de qué otra manera se pueden dar
las cosas. De esta forma se podrá trabajar con algunos textos que al
complementarse van a presentan estas dos miradas como Utopía de Moro, El señor de
las moscas de Holding, El hombre que
mira de Valentino, Los viajes de
Gulliver de Swift, La invención de
Morel de Bioy Casares y el cuento “Apocalipsis en Solentiname” de Cortázar.
Lo interesante de esto es, en primer término, disfrutar de la lectura de cada
uno de los textos viendo qué mundos posibles son los que aparecen en ellos y
luego ponerlos en relación, a hablar entre sí en función del tópico trabajado.
Es obvio que si lo que se propone es un cambio en la mirada las preguntas
clásicas como cuál es la estructura del texto y cuáles son los personajes
principales van a ser dejadas de lado y en su lugar van a ingresar a la clase
cuestiones como los juicios críticos a las obras que se irán ampliando a medida
en que los alumnos crezcan como lectores, discusiones argumentadas en torno a
los textos, lectura de la obra en su contexto amplio de producción y
distribución, etc. Por supuesto que en esta mirada además lo interesante es
poner el relación al texto literario con el cine y la televisión, otros
importantes textos de circulación social desde la mirada del cine formativo
(sobre el que se ha publicado muchísimo en este blog). Hoy con los adelantos de
las nuevas tecnologías los estudiantes pueden ver otros mundos distintos al
conocido, por ejemplo viendo en www.youtube.com
algunos capítulos de los dibujos animados Los
Supersónicos o algunos capítulos de El
planeta de los simios.
Otro recorrido literario que se
puede hacer es sobre LO EXTRAÑO EN LA LITERATURA. Con esta idea pueden ingresar
al aula para ser puestos en relación La
metamorfosis de Kafka, El túnel
de Sábato, Cuestión de familia de
Isol, o El hombre del subsuelo de
Dostoivski. También es posible que al seguir observando como se sienten
atraídos los niños y adolescentes con el fenómeno editorial de Harry Potter se decida trabajar a partir
de él y de esa forma abordar dos posibles tópicos, el de la GÉNESIS DEL
MONSTRUO donde se pueden ver textos como Drácula
de Stoker, Bestiario de Cortázar,
El libro de los seres que nunca
existieron de Ramírez y Celis, Mitos
y leyendas de dragones de Morales o El
libro de los seres imaginarios de Borges. El otro recorrido que se puede
hacer tiene que ver con LOS MITOS DEL HÉROE en la literatura y de esa forma
poder leer La Odisea de Homero, La Eneida de Virgilio, la obra de teatro ¡Que sea la Odisea! de Bach,
el Ulises de Joyce, etc.
Si los destinatarios son niños,
se pueden abordar otros textos a partir de la noción de intertextualidad y
poner en relación diferentes versiones de cuentos clásicos dentro de un grupo
que se podría denominar CUENTOS CON LOBOS como por ejemplo la versión clásica
del libro de Caperucita Roja con Habla el
lobo de Suárez, Caperucita Roja (tal
como se la contaron a Jorge) de Pescetti y Caperucita Roja II (el regreso) de Valentino. Si desean trabajar,
por ejemplo con el cuento de Rapunzel podrán ver el cuento “Julia, la de los
pelos largos” del libro Doña Clementina
queridita, la achicadora Montes o pasar el filme Shrek en el que esta niña de cabellos muy largos aparece.
Lo interesante no sólo es hacer
estos recorridos literarios, que enmarcados dentro de las planificaciones y
secuencias didácticas que cada docente realiza adquirirán sentido, sino que se
deberá pensar en actividades coherentes con esta apertura del canon y la
inclusión de otros autores. Muchas veces se van a hacer actividades escritas
posteriores a la lectura y muchas otras van a quedar en el terreno de la
oralidad. En torno a la primeras se puede pensar por ejemplo en la escritura de
cartas del personaje de una historia al de otro libro, recomendaciones
literarias (a la manera de críticas) en las que los lectores aconsejen a otros
el libro que leyeron para de esa forma difundir su lectura, etc. Tal vez ese
día los alumnos digan en sus casas “no hicimos nada, leímos y hablamos sobre
las obras” pero en realidad, ese diálogo dirigido desde una perspectiva
mayéutica, con la idea del docente como mediador, va a trascender la espera de
una charla de café porque se va a aprender a partir de la experiencia de cada
uno con el texto literario. No sólo se van a trabajar desde la oralidad
aspectos vinculados con lo fruitivo sino que, por ejemplo, se podrá realizar el
juicio a uno de los personajes que haya tenido un mal comportamiento y en el
que los alumnos desempeñen los distintos roles de un juicio (un juez, un
jurado, defensores y acusadores). Otras actividades posibles que se pueden
hacer a partir de la lectura y como cierre de actividades es un museo literario
construido a partir de elementos que se vinculan con las obras que se han leído
y que se constituye en una excelente posibilidad para mostrar a los otros el
trabajo realizado elaborar un revista a partir de las experiencias lectoras.
Estas tan sólo son algunas ideas que cada docente puede desarrollar teniendo en
cuenta que lo importante siempre es hacer que los alumnos produzcan con sentido
y no para “almacenar” en los cuadernos y carpetas.
Si se
piensa en las obras que se han señalado, se observa que el trabajar a partir de
los tópicos o la intertextualidad posibilita dejar la cuestión monolítica de
los diversos géneros y poner en relación la narrativa, con la poesía, el
teatro, el comic o el cine. En cada una de las actividades lo importante es
buscar que se desarrolle el placer por la lectura. Por supuesto que no son los
docentes los únicos responsables de esta tarea pero sin embargo es en ellos en
quienes la sociedad confía, tal como se dijo al inicio, para que formen a los
niños y adolescentes como lectores.
En esa
responsabilidad que le cabe al docente, una vez más es necesario señalar la
necesidad de cambiar muchas de las prácticas. Los programas no son vacas
sagradas que no se pueden sacrificar y el hecho de cambiar los textos o los
modos que históricamente se ha trabajado en la escuela puede ser de gran
utilidad para la formación de lectores, para lograr que las lecturas escolares
trasciendan el terreno de lo público (el lugar de la escuela) y hacer que se
instauren en la vida cotidiana de cada uno de los alumnos.
No hay comentarios:
Publicar un comentario
Nota: solo los miembros de este blog pueden publicar comentarios.