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jueves, 27 de febrero de 2014

ARTICULO: La poesía en la escuela. Para que los poemas vuelvan a viajar con nosotros

Mgter. Mariel Rabasa y Mgter. Marcela Ramírez


La poesía no alude más que a sí misma,
sopla donde quiere y es preferible que no forme parte del temario
sino del recreo, que se integre más en el juego que en la instrucción
María Elena Walsh

Cuando se presenta poesía en la escuela -en líneas generales- se piensa en propuestas cuyo objetivo está lejos de promover la discusión y el intercambio acerca de los sentimientos de los niños al leerla o de las interpretaciones que surgen después de su lectura en relación con el espesor de las palabras, de las ideas. Por el contrario, se suele trabajar a partir de una breve descripción y de las características formales de la poesía para luego evaluar la métrica, la forma y los recursos, siempre cercanos a los estereotipos. En este punto es necesario revisar qué hacer con la poesía en la escuela.


Para muchos la poesía tiene un sentido activo e inquieto,  intenso y cambiante, como una caricia que aunque suave, sabemos que deja huellas, o un arado que marca la tierra, aunque no lo haga siempre parejo. La poesía inaugura también  silencios variados. Algunos de ellos  se manifiestan en la visibilidad del espacio que la materializa, por ejemplo, en la disposición gráfica de los poemas; a veces un silencio de lo que el poema omite por la deliberada selección de los términos; otro, relacionado con el modo de leer, con la puesta en acto tan diversa en relación con el lector; o bien un silencio que la escuela no suele habilitar: aquel que le sucede al acto de lectura privada o pública. Silencios diversos y  necesarios para resignificar en las aulas que no quieren decir “una nada” sino un proceso, un movimiento interno, inquietante. En esa vivencia del murmullo interior, el lector queda  prendado de la palabra poética y  retoma sentido que no siempre se oraliza, y mucho menos se acerca a la respuesta de un cuestionario.
Acerca del silencio Luis Gruss manifiesta que “la revalorización del silencio como signo comporta uno de los actos más singulares  y menos estudiados del espíritu moderno. Lo no expresado pertenece al sistema del habla y se incluye naturalmente en la teoría de la semiótica general.” La poesía es parte del silencio en su entramado, y  también es necesario que ocurra ese silencio en las experincias compartidas de lectura porque podremos  hablar si antes hubo un “umbral de silencio”. El lenguaje -que no puede contener al universo- invita al poeta a pensar las palabras, y al lector, a saborarlas porque la necesidad de selección y economía -la necesidad de  esos espacios de silencios- no son vacíos sino  que tienen tanto peso como en la música. Por lo tanto el poema en ese espacio contrito de lo dicho y no dicho es el que alumbra y vislumbra.
Para ejemplificar mencionaremos dos obras en las que el proceso poético se evidencia y  esta resignifiación del silencio  cobra plenitud de sentido.

Un poema para curar a  los peces, de Jean-Pierre Simeón y  Olivier Tallec (Kókinos)
En esta obra el protagonista está preocupado por el aburrimiento de su pez...y para que el pez no se muera (aclara rápidamente para que no se muera de aburrimiento) la propuesta de su madre de buscar  un poema deviene como la mejor opción. La búsqueda es un recorrido en el que las definiciones sin precisión teórica lo acompañan y van generando silencios e instersticios que le servirán para construir su poema en función de lo oído; esto permitirá que el pez se reconozca poeta y sea quien le regale silencio como poema, como manifestación artística.

Quiere a ese perro, escrito por  Sharon Creech e ilustrado por Alejandro Magallanes (FCE)
La obra desarrolla el proceso de creación poética del protagonista, previo al  proceso  que transcurre desde la  negación a la apropiación del género,  ya que considera que la lectura de poesía no es para niños. La  lectura y escritura de poesía recobran un nuevo sentido durante sus experiencias en el ciclo lectivo. El protagonista va percibiendo el modo en que la experiencia consuetudinaria con lo poético le permite sentir las palabras, su modo de retumbar...


Como lectoras solitarias, amigas de lectores, como lectoras docentes –la que más nos ocupa y preocupa- vivenciamos la experiencia poética. En este último rol, cuando en las aulas leemos,  discutimos, cuando proyectamos para otros posibles auditorios que dependen de ese maestro en formación o maestro que se capacita, quisiéramos que la poesía -y el modo de leerla- fuera fundacional.
Nuestra propuesta se extiende en dos sentidos. El primero está en relación con pensar cómo generar un corpus de textos poéticos para leer con los niños; el segundo, cómo acercar a los niños a esa poesía. Proponemos andar por las orillas, entendido esto como el modo de aproximación a lo poético no desde el estereotipo que la encierra en rima y la acerca a la efemérides sino en estas nuevas orillas que han expandido las aguas poéticas. La poesía tradicional entendida en los términos que la reducían a la marcación  dentro de los límites de musicalidad del lenguaje ha dejado con claridad sus huellas, y pretendemos avanzar, seguir unos pasos más sobre estas arenas, abriendo una interesante mirada: el verso libre dentro del género en el espacio de la literatura para niños.
Recorrer autores, compartir poemas en los que los versos encuentran en la lectura privada o compartida en voz alta, su propio devenir sin necesidad de recurrir a la rima, ofreciendo esa sonoridad una vez que el tono  -“una química, una densidad que permea las palabras, un aire, una atmósfera: un vapor o un fluido (Genovese)-  se encuentra con el ritmo que lo contiene. Construir sentidos en torno de una mesa de libros,  proponer la lectura de poesías para generar una antología personal o una antología para regalar a otra escuela;  grabar poesía, armar revistas virtuales de circulación interescolar recurriendo a la enorme potencialidad tecnológica que los niños manejan,l eer poesía para escribir poesía, escribir solo o con los demás en una configuración didáctica pensada para que el tiempo y el espacio poéticos fluyan, son algunos de los modos de hacer a los niños partícipes, con nuestra mirada, con nuestros silencios.
Ahora es el momento de nuestra búsqueda. Nuestro mayor desafío será romper lo cristalizado, pensar la poesía, pensarle un escenario para que transcurra, para que no deje de ser -aún con la dimensión didáctica- “un nudo contenido o una hebra ondulante que barre y atrae sentidos” (Genovese).

¿Qué elegir y cómo abordarlo?
Con esta pregunta pretendemos apenas un acercamiento que no será exhaustivo, pero sabemos que debemos formularlas porque siempre nos están rondando.
Su respuesta: sugerencias, revisiones, nuevos autores y consultas, tienen la posibilidad de ir movilizando estanterías bien diversas. Para ello, la lectura bibliográfica permite la revisión y abre caminos no habitualmente transitados para pensar el género en relación con el lector infantil y con la poesía.
Laura Devetach viene abriendo ese surco, viene orillando desde hace tiempo, sólo hace falta acercarse a Canción y picoLa hormiga que canta -entre otras dentro de su vasta obra- para ver de qué hablamos; o bien Jorge Luján con sus  Palabras manzana, Ser y Parecer, Con el sol en los ojos,  Oh los colores, entre su amplia producción. También inscripta en este espacio la obra de María Teresa Andruetto, Agua/Cero Eduardo Abel Jiménez, con Como agua, y el vecino uruguayo Germán Machado, con Ver llover
En el ámbito de habla hispana, editoriales nacionales como Del Eclipse, Calibroscopio, Ruedamares y Comunicarte, o españolas como Kalandraka y El jinete Azul, apuestan a una serie poética imperdible.
Una vez hecha la selección, la dificultad mayor es no hacer lo casi naturalizado.
Es interesante pensar en diversas posibilidades como podría ser una mesa de libros y la apertura de un espacio de intercambio luego de la lectura solitaria o compartida, es decir, la idea de una práctica de lectura permanente, habitual o cotidiana que tengan al docente como lector inicial y luego otros lectores institucionalizados o no; pensar en las estructuras didácticas, en las modalidades organizativas de secuencias didácticas y proyectos.
Resulta imprescindible inaugurar las discusiones en torno de la poesía para niños o desde los niños, en esa zona de cruces que los tiene como protagonistas, zona siempre indómita que se transforma en una búsqueda, zona también de incertidumbre de la que Larrosa nos alerta y a la que nos invita a sostener.
En este lenguaje que es de todos, se debe instalar la búsqueda y encontrar no sólo una voz en el poema, sino la tonalidad en lo cotidiano que ya no sirve sólo para designar las cosas inmediatas sino una voz del lenguaje, voz en ese lenguaje, ese ser en el lenguaje para una poesía que “resiste el achatamiento de la percepción, la rutina de ver lo mismo (…) como reacción frente a todo tipo de percepción automatizada” (Genovese). En este lenguaje que es de todos, existen poetas que configuran eso tan inasible llamado infancia, se atreven en la apuesta a una poesía que usa el lenguaje cotidiano, creen también en el verso libre, encuentran la música sin la rima, ofrecen los temas que fueron impensados, quebrando muchas veces nuestra naturalizada espera: editores se animan, docentes desafían, lectores en las aulas y en las salas, gozan.
Un espacio fundante e inaugural anhelamos para los niños en las  aulas, cada vez que leen un poema.

Bibliografía recomendada

Andruetto, M. Teresa (2010). “Libertad condicional”. En El verso libre, Javier Adúriz y otros. Bs As: Ediciones del Dock.
Bajour, Cecilia (2013)  Nadar en aguas inquietas: una aproximación a la poesía infantil de hoy. En Imaginaria. Revista virtual n°332.
Genovese, Alicia. (2012) Leer poesía. Lo leve, lo leve, lo opaco. Bs As: FCE.
Gruss, Luis (2010). El silencio. Bs As: Capital Intelectual
larrosa, Jorge (2000) “El enigma de la infancia o lo que va de lo imposible a lo verdadero”. En Pedagogía profana. Estudios sobre lenguaje, subjetividad y formación. Buenos Aires. Novedades Educativas.
petit, Michel (2012). “La literatura, parte integrante del arte de habitar” en: Colomer, Teresa; Fittipaldi, Martina. La literatura que acoge: inmigración y lectura de álbumes. Venezuela: Parapara clave.


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