ISBN 950-808-4578-X
141 pp.
Reseñado por Marcelo Bianchi Bustos
En la escuela y en la sociedad toda ya no se lee. Esta es una de las frases que con más frecuencia se escucha entre docentes, padres, periodistas, etc. Fernando Avendaño, un estudioso de diversa cuestiones vinculadas con la lengua y la lectura no invita en este libro a pensar el tema de la lectura la escritura en relación con las nuevas tecnologías.
Ya desde su contratapa se
presenta el apasionante tema del libro:
“Este
libro propone un acercamiento a los problemas teóricos y didácticos que plantea
la integración de las nuevas tecnologías de la información y la comunicación,
tanto en los modos de leer y escribir, como en la apropiación de los saberes.
Para
ello, el autor propone partir de las mutaciones que, a través de la historia,
han ido sufriendo las formas predominantes de comunicación, al tiempo que
surgían nuevas tecnologías para el tratamiento de la información.
Por
supuesto que no se trata de un acercamiento escéptico ni utópico, sino
reflexivo y critico, que nos permitirá visualizar que tienen que decir las
revoluciones culturales en la historia de la escritura sobre nuestro modo de
leer y de escribir, sobre nuestros modos de aprender y sobre el pasado que
heredamos y el futuro que avizoramos.”
Tal vez aunque pueda parecer
contradictorio hoy en la escuela y en la sociedad se lee menos (en el sentido
tradicional de lo que significa leer, es decir en relación con el libro) pero
los alumnos leen más. Lo que sucede es que hoy la lectura es funcional,
imprescindible para sobrevivir pero contrariamente, se puede afirmar que en las
escuelas argentinas hoy se lee menos (y posiblemente también la calidad de las
obras literarias sea menor). Estas consecuencias de los consumos de lectura
afecta a la escuela pues ella “es una institución creada alrededor del libro y para
promover prácticas de lectura y escritura centradas en él” (Alvarado:2004, 17).
Pero quién es responsable de ello. ¿es la televisión, es Internet, son los
video-games, lo es el docente , los alumnos o los padres? ¿es necesario buscar
algún responsable? Tal vez tendríamos que pensar que no hay un responsable
único pues una problemática de este estilo no puede analizarse desde el
paradigma de la simplicidad sino que intervienen en ella una serie de actores y
de factores que trabajan para alejar al alumno de la lectura de los libros. Hoy
los medios de comunicación y las TIC (Nuevas Tecnologías de la Información y de
la Comunicación) están presentes y no se los puede dejar de lado. Como señaló
Manuel Gomba (1997) “la escuela, en función de la omnipresencia de los medios
de comunicación que universalizan los principios de la cultura hegemónica, debe
cumplir una clara función de contraste, de interrogación, que busque provocar
la reflexión y facilitar los procesos individuales y grupales de reconstrucción
racional de la experiencia y del pensamiento”. Desde está postura, la escuela
debe enseñar a leer y no sólo textos (si por éstos entendemos sólo a los libros,
más allá de que nos duela porque formamos parte de una cultura muy distinta a
la de la imagen y los nuevos medios de comunicación) pues la tarea es enseñar a
leer la multiplicidad de mensajes que recibimos diariamente.
Muchas de estas ideas se hacen
presentes en el libro de Avendaño quien se vale de la mirada de los estudios
históricos y culturales para tratar de entender el presente y cómo llegamos
hasta aquí. Pare ello divide su libro en 5 capítulos. En los dos primeros intenta
explicar que esos cambios en el mundo de la lectura y de la escritura se deben
a cambios en lo tecnológico, a cambios que él denomina “Revoluciones culturales
de la historia de la escritura”. Como una puerta de entrada en el tema, hace
referencia a tres momentos claves de la historia: la aparición de la escritura
y el abandono de la oralidad (desde la perspectiva del Fedro de Platón), el desarrollo de la imprenta (a través de un
ejemplo literario extraído de Nuestra
Señora de París de Víctor Hugo) y el desarrollo de las nuevas tecnologías de
la comunicación.
En el capítulo siguiente propone
un interesante recorrido por los nuevos universos discursivos. De esa forma
entran en escena la televisión con su sugerente discurso, Internet mediante el
análisis de lo que es lo que significa
para la comunicación el hipertexto, el chat, el correo electrónico y la lista
de correo, y por último la reunión virtual. El lector puede en este capítulo
comenmzar a entender muchas cuestiones vinculadas con los medios y por qué se
puede decir que se trata de un nuevo universo discursivo. Analiza la forma de
leer y de mirar y se detiene, por ejemplo a analizar las diferentes variantes
del “zapping (cambio de canal para evitar spots publicitarios), zipping
(aceleración de la lectura de imágenes mediante el control remoto para evitar
ciertos fragmentos), grazzing (cambios de canal para seguir varios programas
simultáneamente) y flipping (cambios de canal por el mero placer del cambio,
sin intención explícita)” (Avendaño, 2005: 73). En el capítulo cuatro del
libro, el autor se propone trabajar con la relación entre las nuevas
tecnologías y la educación. No lo hace desde una perspectiva sólo teórica sino
que intenta reflexionar a partir de la práctica docente las necesidades y
demandas que la sociedad hace en relación con las nuevas formas de leer.
El objetivo de plantear los
cambios de paradigmas en torno a la lectura y la escritura es una misión
cumplida y también lo es el de llevar al lector hacia la reflexión necesaria de
la relación entre la escuela y las nuevas tecnologías. Todo el camino no lo
hace solo sino que se vale de una serie de autores que le dan un mayor sustento
a la obra como por ejemplo Paul Safo, Sherry Turkle, Umberto Eco y Roger
Chatier, entre otros.
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