Marcelo Bianchi Bustos
Análisis del texto
Este libro es un
texto argumentativo escrito en primera persona en el que el lobo del cuento
Caperucita Roja da una explicación acerca de la forma en la que ocurrieron los
hechos conocidos por todos. Se trata de una operación de mala prensa, desde la
perspectiva del lobo, armada por una niña que de angelical no tiene nada sino
que es un verdadero demonio. Desde la perspectiva del lobo la que para los
cuentos clásicos es un tierna niña con su capita roja es en realidad un ser
malvado que tienen como mascota una planta carnívora, lleva en su canasta una
granada y que disfruta maltratando a todos los animales del bosque.
El libro y el canon
Desde la
perspectiva de Gustavo Bombini (1994: 20) “el canon literario escolar exhibe en
su lógica lo que la literatura es en la escuela: pone en evidencia todas las
operaciones de selección y recorte, su carácter más o menos arbitrario, por el
cual cierta literatura se lee en la escuela”. Pensar en el canon escolar es,
desde una perspectiva foucaultiana pensar en un dispositivo, es decir en un
artefacto creado por el Estado para la dominación y la aglutinación mediante la
imposición de una serie de lecturas que daban un único sentido de lo que era
correcto y necesario de ser aprendido en la escuela. Ese canon propone un orden
de lectura (Foucault, 1987), un recorte del mundo y de las producciones
literarias.
El canon
representa el problema del valor de la obra literaria, es decir la pregunta
acerca del porqué las obras merecen ser leídas. De esa forma, Mendoza Fillola
(2003) sostiene que el canon es un importante instrumento para la formación
estética, literaria y lectora. Al pensarse en él se realiza una operación de
selección que supone la actualización de todo un sistema de jerarquías que
guarda coherencia con todo un marco ideológico - político imperante. En el caso
del canon escolar para la escuela, es decir el conjunto de obras destinadas a
la lectura de los niños o adolescentes, la pregunta por el valor de lo
literario pasa por distintas perspectivas: la de los autores, de los géneros y
de los temas que pueden y deben ser vistos en la escuela, entendida ésta como
una institución moral. De este modo,
al pensar en el
canon no sólo hay que considerar aquello que se lee sino también qué géneros
son los que se prescriben para ser leídos en la escuela y para qué público se
lo hace. No se debe dejar de lado el hecho de que – en sus orígenes – la
selección del canon guardaba relación con la necesidad de que las escuelas
diseminaran el conocimiento acerca de cómo leer y escribir, y por lo tanto la
selección de textos era un medio y no un fin en sí mismo.
Siguiendo por
este recorrido por distintas versiones en torno al canon, Beatriz Actis (2002:
84) considera que “es un criterio a través del cual se imita y selecciona el
conjunto de obras que se considera oficialmente como “literatura” y que
conforman un repertorio incuestionable desde la escuela”. Desde la perspectiva
de R. Ferro (1995): “La literatura
pensada como objeto de conocimiento, aparece como un conjunto heterogéneo,
heredado y de límites inestables. Un conjunto que se constituye más allá de la
diversidad de los objetos, acciones, valores, procesos, instituciones y sujetos
que lo componen. Pero ese conjunto sobre el que ejercemos la crítica y sobre el
que configuramos asedios teóricos no es una totalidad, es decir no es toda la
literatura. Siempre nos estamos refiriendo a subconjuntos de textos literarios,
escritores y/o esquematizaciones articuladas a partir de los más variados
paradigmas. Ese campo parcial constituye el canon literario, constructo
metonímico que, en general, asumimos como totalidad. (…) lo que caracteriza a
la literatura infantil es la activa participación entre los receptores
potenciales y los textos literarios”.
Este libro en sí
no es canónico, en el sentido estricto aunque lo que sí hace es tomar a un
personaje prototípico y lo presenta de otro modo.
Justificación de la elección
A pesar de no
ser una justificación académica, el texto lo he elegido porque me gusta. Creo
que si bien existen otros criterios de elección, el hecho de partir del gusto
personal del docente no es algo menor pues si se siente placer por lo que se
lee es posible transmitirlo.
Teresa Colomer (2001) ante la pregunta con qué
criterios se pueden seleccionar los textos literarios respondió que se trataba
de una pregunta muy amplia “porque
seleccionamos textos con intenciones muy distintas. La selección de un
libro, y e este en particular, no es acto que puede pensarse como irreflexivo
pues implica un análisis de una obra literaria y de su entorno, además del de
la cuestión del conocimiento del grupo por parte del docente como una tarea más
de su diagnóstico.
Básicamente
es posible hacer referencia a tres grandes criterios de selección:
- Estéticos: Este criterio guarda relación con
el nivel del lenguaje usado, con la función estética de lenguaje de Roman
Jokobson.
- Pedagógicos:
En éste intervienen tres aspectos de importancia que dan cuenta de la
especificidad, por un lado el nivel de lengua en el texto infantil y por otro,
la mirada que posee el escritor y el editor sobre la infancia. Con respecto al
primero hay que señalar que el uso de la lengua adecuada es fundamental pues
puede provocar un acercamiento o un alejamiento del lector infantil con
respecto al texto. Pero, como afirman Perriconi y Digistani (2008), esto no
significa minimizar el lenguaje utilizando diminutivos, términos de circulación
vulgar o invocando la falta de comprensión lectora, sino que guarda relación
con la estructura de las oraciones y con el uso de una sintaxis adecuada. En
relación al segundo, la mirada de la infancia, tiene que ver con el
conocimiento de la psicología del niño y de sus esquemas de pensamiento, y con el hecho de convertir en una rasgo de
estilo la forma singular que tienen los niños de mirar, de relacionarse con el
mundo y de expresarlo de una determinada manera (Rosell, 2001). Desde la
perspectiva de este último autor, lo que lo que caracteriza a la literatura
infantil no es el hecho de presentar una versión del mundo al nivel cognitivo
del niños sino en haber convertido en una forma de estilo la manera particular
que tienen los niños de mirar el mundo.
Otro
aspecto que se incluye dentro del criterio pedagógico tiene que ver con el uso
de la imagen y con lo paratextual en la obra literaria. En la literatura
infantil la imagen juega un lugar muy importante pues no es un simple
acompañamiento sino que está cargada de significado.
-
Ético y socioculturales: Como toda escritura, la literatura es producto de la
subjetividad y no es inocente. La especialista Lidia Blanco sostiene que los
libros que se pueden incluir dentro de la categoría de infantil reflejan, al
igual que cualquier otro texto literario la mirada de un adulto sobre las cosas
del mundo. “Siempre estará presente la visión del escritor sobre la sociedad,
sus costumbres, sus creencias y sus utopías. El siglo XXI encuentra a la
sociedad humana transitando terribles guerras, dolorosas situaciones de
exclusión y de marginamiento de grandes sectores de hombres, mujeres, niños y
niñas. Puede parecer pueril pensar que los libros de literatura resulten una
herramienta útil para cambiar el mundo. Pero, sin dudas, ayuda a repensar las
representaciones culturales, los vínculos, la construcción de la familia, las
situaciones de injusticia, de crueldad y de violencia” (Blanco, 2007: 51). Sin
dudas, como señala Ana Siro (1999) toda selección literaria es ideológica y el
docente no debe dejar ese aspecto de lado.
Características estructurales
Se trata de un
texto argumentativo. A lo largo de toda la historia, que se divide en un
prólogo, cuatro capítulos y un epílogo, su protagonista, el lobo, realiza una
argumentación. El punto de partida de la misma se muestra en el prólógo cuando
el personaje dice:
“Lo que sucede
es que Caperucita Roja tuvo mejor prensa que yo. Claro: tan bonita, tan dulce
que parecía, tan suavecita, ¡una niña1 Después los periodistas yb los cuenteros
me vieron a mí: grande, peludo, orejón, dientudo; dicen que tengo aspecto de
feroz aunque en realidad hace catorce años que soy vegetariano. Yo traté por
todos los medios de limpiar mi imagen, pero cada vez que alguien ve que estoy
cerca de su casa, me saca a los escopetazos. No me han dado derecho a réplica.
No, no. Es por eso que intento explicarme a través de este escrito.”
A partir de
aquí, se inicia una sencilla argumentación pero muy bien construida en la que,
desde una perspectiva aristotélica, predominan los razonamientos retóricos, es
decir aquellos que parten de una serie de premisas probables y que llegan a
conclusiones no apodícticas. Se observa en todo momento que lo que se intenta
hacer es no sólo logra un acuerdo racional sino emotivo, aspecto que lograr
atraer al lector.
Desde la
perspectiva de Charolles (1980), es posible observar en este libro las
condiciones de propiedad y legitimidad.
Con respecto a
la primera de ellas se observa en el libro el siguiente esquema:
A argumenta a B sobre C si cree que B n cree o no
adhiere a C antes del tiempo de la argumentación.
Este aspecto
queda demostrado en el fragmento citado anteriormente pues, por el conocimiento
que el lector tiene del cuento clásico, el lobo (A) sabe que B (el lector) cree
que él es culpable.
Considerando las
condiciones de legitimidad:
A argumenta a B sobre C si A piensa que B se considera
argumentable.
En este caso
concreto A, el lobo, piensa que no cumplirá el objetivo previsto y por lo tanto
lo que hace es desplegar un conjunto de estrategias seductoras y persuasivas
para poder hacer cambiar a B de opinión.
Trabajando en
torno a estas condiciones se estructura el libro que se cierra con el siguiente
epílogo:
“Así fue como
terminó este feo asunto. Después hubo versiones muy diferentes sobre los hechos
y todo el mundo las creyó. Cuando les digo todo el mundo, me refiero a los
seres humanos, porque nadie fue a preguntarles a los lobos qué cosa piensan de
Caperucita Roja. Bueno sería que lo hicieran. Pregunten a mis amigos lobos y,
por favor, ayuden a mejorar mi imagen.”
Un pedido por
demás claro, sabe que ya nos convenció a nosotros lectores y ahora espera que
todos colaboremos a mejorar su imagen.
Para qué nivel y por qué
Si bien el hecho
de pensar en un libro para un determinado nivel es algo muy subjetivo por que
considero que más allá de los niveles cronológicos lo que hay que considerar es
cuál es su nivel como lector, es decir se recién se inicia en el camino de la
lectura, si le han leído mucho o si ya es un lector de literatura, me parece
que este libro se adecua para ser trabajado en el 2° ciclo de la escuela
primaria. La razón principal de esto es porque se vincula con algunos
contenidos curriculares vinculados con la argumentación, la defensa de las
opiniones propias, etc. Además, desde una perspectiva piagetiana, un alumno de
este ciclo ya es capaz de comenzar a formular argumentos sólidos.
Además a esta
cuestión hay que sumarle algo ya mencionado anteriormente, el hecho de que se
trata de una historia en se dan una serie de relaciones intertextules. La más
clara es la que su protagonista es el lobo del cuento clásico Caperucita roja,
pero al mimo tiempo aparecen otros personajes literarios que le posibilitarán
al alumno poner en relación sus conocimientos culturales con lo que leen. Por
ejemplo la a aparición en la historia de los tres cerditos es una posibilidad
para recordar ese texto pero al mismo tiempo para pensar en la cuestión de la
ironía manifestada a través de los nombres de ellos: Jamón Crudo, Jamón Cocido
y Salchichón.
Referencias bibliográficas
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MENDOZA FILLOLA, A. (2003) Didáctica de la Lengua y la Literatura,
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ROSEL, J. (2001) La literatura infantil: un oficio de centauros y sirenas, Buenos
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