Nuestro propósito

"POR UN MEJOR DOCENTE PARA UN MEJOR ALUMNO Y PARA UN MEJOR PAÍS"

domingo, 14 de octubre de 2012

Cuando la participación incluye… los conflictos se resuelven


Lic. Adriana García

Licenciada en Ciencias de la Educación y Profesora para la Enseñanza Primaria. Ex Inspectora Titular de Educación Primaria Básica del Distrito La Matanza, Provincia de Buenos Aires. Actualmente se desempeña como capacitadora de los Equipos Técnicos Regionales. 

Para facilitar y asegurar la apropiación de los saberes y competencias, se debe pensar en la construcción de nuevos modos de gestión institucional que permitan el desarrollo de propuestas vinculadas con el desenvolvimiento de situaciones de enseñanza y aprendizaje participativas, que involucren a los alumnos en la elaboración de proyectos y la toma de decisiones con relación a los mismos.
Si la escuela tiene como misión la distribución social y crítica del conocimiento seleccionado por la sociedad, es entonces prioritario que éste sea adquirido y construido por los alumnos dentro de un marco de participación democrática.
Cuando se piensa en la “calidad de la educación”, debería también pensarse en la calidad del vínculo que establece la escuela con los adolescentes que a ella concurren, definiéndolos como “producto de una época, de su pasado y presente psicológicos y de su ambiente físico.” [1]
En el informe de Jackes Delores (UNESCO), se explicitan cuatro pilares fundamentales de la educación: aprender a ser, aprender a hacer, aprender a conocer, aprender a convivir”.[2]
En este sentido, la escuela, debe brindar a los alumnos una interacción basada en la reciprocidad, la apertura y el compromiso, favoreciendo la construcción de su identidad y de su proyecto de vida.
Cuando el adolescente aprende a  ser, aprende también, a comprender y aceptar a los demás.


¿DE DÓNDE PARTIMOS?
           
            La sociedad ha cambiado sus reglas, ejerciendo muchas veces situaciones de violencia (simbólica o material) sobre sus habitantes. Existe una distribución urbana de vulnerabilidad, en la cual, los niños y adolescentes son los más expuestos.[3] La escuela, como parte de esta sociedad, tiende a reproducir la situación.
Muchas veces los jóvenes adolescentes que concurren a la escuela hoy, conllevan consigo     mandatos sociales que en otras épocas correspondían a los adultos: cuidado de hermanos más pequeños, colaboración económica[4].
La opción  ya no es “O estudiás o trabajás” (consecuencia del gran desempleo), sino más bien, “si no estudiás, estás en la calle”. Se perdió así el sentido ético-social de la vida adolescente en un marco de contención social, que encuentra vacío el espacio de ocio de su tiempo libre, sin ofertas socio-culturales, y profundizando, quizás, la escasa autoestima que tiene de sí mismo. Se abre así un abanico de caminos alternativos que pueden llegar a contraponerse con las expectativas que la sociedad tiene sobre ellos, pero para las cuales no genera ninguna propuesta. “No obstante, los medios de comunicación nos bombardean con la imagen de la violencia de los menores…” [5] Violencia que muchas veces existe y es real, pero de la que pocas veces los adultos se hacen responsables.
Esta violencia afecta a los niños y jóvenes, generando en ellos efectos psico-sociales, que muchas veces se evidencian por medio de la desconfianza[6] y el desgano
Señalar  esta desconfianza y/o desgano, y sus consecuencias, es delimitar los ejes sobre los que debe trabajar la escuela, como institución, para revertirlos y recuperar los nexos solidarios y cooperativos, promoviendo en los jóvenes adolescentes, respuestas resistentes al medio hostil (y positivas) en relación a sus propias capacidades. Es decir, “jóvenes resilientes”, capaces de salir adelante a pesar de los muchos obstáculos que encuentren en sus caminos. [7]

¿HACIA DÓNDE VAMOS?

            Partiendo de la definición de Stefan Vanistendael, se entiende la resiliencia como “una capacidad humana. Es la capacidad del individuo para hacer las cosas bien pese a circunstancias adversas. Esto implica una capacidad de resistencia y una facultad de construcción positiva”.[8]
            Tomando la resiliencia, como una alternativa a profundizar en la educación, vale también definir la cultura como espacio de intercambio que puede favorecer la aparición de la primera.
La cultura es una construcción conjunta, y la escuela, debe promover en el adolescente la reflexión, que implica el esfuerzo conciente del sujeto para sumergirse y analizar el mundo de su experiencia, con sus connotaciones, valores, posibilidades de intercambio. Un mundo social que se crea y traslada a la escuela, y en el cual, el docente es el principal protagonista y responsable de la enseñanza.
Mucho se habla hoy del adolescente y su relación conflictiva con la escuela, pero poco de la relación que tiene el adolescente pobre con el entorno escolar. 
Para el alumno de origen pobre, entrar a la escuela es entrar a una racionalidad muy distinta: cumplir horarios, distintos profesores, leer. Es distinto a lo que hacen todos los días. Pero, la escuela, ¿considera estas cuestiones? Si califica como pobre al que no tiene, ¿Se considera también que es pobre culturalmente? ¿Se es capaz de comprender que la cultura es significada de forma diferente? ¿Que existe una cultura distinta a la escolar o a la del profesor? La escuela ¿entiende al adolescente o le tiene miedo?
Muchas veces la cultura del docente, no permite ponerse a pensar qué tipo de propuestas trabajar con ellos o cómo escucharlos. De esta forma se acentúa, no la socialización, sino la exclusión de sectores sociales mayoritarios en un país sumido en la pobreza. El desafío es entonces pensar una escuela para la inclusión. Una escuela capaz de tender redes sociales y espacios de participación para estos jóvenes. Espacios en los cuales tengan la posibilidad real de generar proyectos que los involucren y a los cuales deseen pertenecer. Una escuela que los escuche, los contenga y les enseñe.
En este sentido, la calidad no es sólo una cuestión de acumulación de contenidos, saberes, conocimientos…sino la posibilidad de enseñar y aprender estrategias de aprendizajes que permitan a docentes y alumnos reorganizar permanentemente las estructuras de pensamiento,  de manera de seguir aprendiendo los nuevos conocimientos que, un mundo globalizado y en constante cambio, propone. La calidad exige nuevos desafíos ante la fuerte crisis social que se sufre en este último tiempo. La pobreza, la desocupación, la desnutrición, la falta de esperanzas de una vida mejor, invitan a recrear estrategias para que todos puedan aprender los conocimientos validados socialmente para que no sólo sean patrimonio de aquellos más favorecidos económicamente.
Por ello, para tomar una decisión coherente con relación a la propuesta participativa, se podrían considerar los siguientes aspectos:
-         Un modelo didáctico flexible y plural, que permita atender las diferencias de origen.
-         Preparar a los individuos para luchar y defenderse en las mejores condiciones posibles.
-         Convertir la escuela en una comunidad de vida, y en ella a la educación como una continua reconstrucción de experiencia, dentro de un marco de vida “democrática”,  basada en el diálogo, el contraste y el respeto real de las diferencias individuales.
-         Vivenciar prácticas sociales e intercambios académicos que induzcan a la solidaridad, la colaboración, la experimentación compartida, así como a otro tipo de relaciones con el conocimiento y la cultura que orienten la búsqueda, el contraste, la crítica y la creación.  (Sólo viviendo democráticamente en la escuela se puede aprender a vivir y sentir democráticamente en la sociedad). Este ambiente, induce a la transformación del pensamiento cotidiano.
-         El currículum pensado como un medio de vida y acción, de modo que los estudiantes construyan y reconstruyan el significado de sus experiencias.
-         La determinación contextual de todo aprendizaje, que permita la transferencia de los mismos a cualquier situación que se presente. Las herramientas conceptuales sólo pueden ser comprendidas mediante su utilización práctica en el análisis y comprensión de los problemas reales y dentro de la cultura en la que tienen significado.
-         El problema no es cómo y qué tipo de contenidos se imparten, dentro de un marco de excelencia, sino cómo construir la cultura de la escuela en virtud de su función social y el significado que adquiere como institución dentro de la comunidad social.  Este aspecto solo se puede evaluar en el marco de la relación que se establezca entre la vida y la cultura social y la vida y la cultura escolar.
-         Implicar a los alumnos en actividades relevantes, creando un espacio compartido de conocimientos y acción, que sean significativas en un foro abierto de debate y comunicación.
Y tener presente que: Aprender la cultura, es vivir la cultura.        

¿CÓMO LLEGAR?:

         En síntesis, la planificación de proyectos participativos,  responde a la necesidad de repensar las formas que asume la enseñanza y el aprendizaje en la vida escolar hacia la construcción y ejecución de prácticas formativas que promuevan el desarrollo autónomo y faciliten la superación de obstáculos y dificultades (resiliencia).
            Para que este concepto se afiance en cada uno de nuestros alumnos en situación de vulnerabilidad, se pueden considerar acciones institucionales, pensadas para tal fin, que profundicen la aparición de factores protectores.

Vínculos positivos de aceptación y redes de soporte social
Establecer en la institución uno o varios docentes que alienten y acompañen los proyectos que surjan, en un clima cálido y de aceptación de propuestas que puedan desarrollarse en el ámbito educativo.
Clima emocional positivo para el desarrollo
Generar en las instancias de participación de los alumnos, un clima armónico, que promueva el juego, la recreación, el aprender con placer y satisfacción, que permita visualizar los logros y apropiarse de ellos (El docente puede definir, sin saberlo, el destino de sus alumnos hacia una rama del conocimiento).
Aptitudes y habilidades
El descubrimiento de aptitudes y habilidades, pueden abrir oportunidades de aprendizajes nuevos y de actividades constructivas que permitan avanzar y vivir más cómodos. Es necesario comprometer a los alumnos,  con actividades o situaciones que generen bienestar y sensación de ser competentes en algo.
Autoestima
Pensar institucionalmente experiencias que alimenten la autoestima, en las cuales el alumno pueda sentir que es querido y escuchado, tiene aptitudes y logros reconocidos, es escuchado…
Sentido de vida
Toda acción que se planifique para llevar adelante un proyecto, tiene que tener un sentido: un por qué y un para qué. Lo contrario es el sinsentido, el aburrimiento y el vacío existencial.
Sentido del humor
Facilita las interacciones sociales y puede lograrse por medio de un clima propicio que favorezca la risa y la expresión de emociones positivas.

            La organización escolar y la generación de proyectos participativos, que intenten poner en marcha estos factores protectores,  podrían partir de un “pensar juntos” desde una única pregunta, a veces, poco usual en las escuelas: ¿por qué no?
Es posible, entonces, planificar alternativas diferentes y múltiples, que sean apropiadas para cada grupo, de manera tal que el trabajo institucional de los alumnos posibilite la sensación de pertenencia y responsabilidad, educando a nuestros adolescentes ya no sólo para un pensamiento crítico, sino también, como un transformador crítico de la sociedad.

Algunos actores que podrían intervenir en diversas acciones participativas, para la coordinación, supervisión y acompañamiento de los alumnos, podrían ser:
-         Los directivos
-         El Equipo de Orientación Escolar
-         Los preceptores
-         Los profesores areales
-         Los bibliotecarios
-         Los padres y/o cooperadores
-         Los auxiliares de la escuela.
-         Los alumnos de años superiores

Es hoy difícil para la educación encontrar el camino adecuado en una “época desconcertante”[9]. Pero es a través del lenguaje que la escuela actúa, imponiendo una visión sobre el mundo o permitiendo el uso de la mente para pensar ese mundo.
Si la cultura es entendida como un foro “para negociar y renegociar significados y explicar la acción”[10], es necesario entonces, que todos aquellos sujetos que participan de la cultura la creen y la recreen como principales actores, y no como meros espectadores de una cultura concretada por otros.  De esta forma, si la educación debe formar al niño y al joven para la vida, éste “debe participar también del espíritu de foro, de la negociación, de la recreación del significado”[11].
Considerando esta postura, el profesor debe favorecer el carácter hipotético, la incertidumbre e incompletud del conocimiento. La creación constante de la ciencia y la provisoriedad de los marcos teóricos a los que se arriban. Deben invitar a seguir pensando. La especulación y la negociación, versus la clausura de conceptos acabados.
No se trata solo de que el niño y el joven se apropien del conocimiento, sino que “deben apropiarse de él en una comunidad formada por aquellos que comparten su sentido de pertenencia a una cultura”[12]. Es decir la escuela tiene la obligación de favorecer, no sólo el descubrimiento y la posibilidad de compartir, sino la posibilidad de creación conjunta de la cultura como objeto de enseñanza y como un paso previo para la incorporación a la sociedad adulta.




BIBLIOGRAFIA:
-          TENTI FANFANI, E. (comp). “Una escuela para los adolescentes. Reflexiones y valoraciones” Ed.. Losada UNICEF
-          LEVENSON- ZAFFARONI y Otros. “Chicos de la calle”. Ed. El Arca.
-          SILVA, G. “Resiliencia y violencia política en niños”. Univ. Nac. de Lanús. 1999
-          MÍGUEZ, Daniel. “Los pibes chorros. Estigma y marginación”.  Colección Claves para Todos. Ed. Capital Intelectual. 2004
-          BRUNER, Jerome. “Realidad mental y mundos posibles. Los actos de la imaginación que dan sentido a la experiencia”. Ed. Gedisa. 1° edición. 2004
-          Zona Dirección. “Los alumnos como protagonistas”. En Revista Zona Educativa. 1997
-         KREMENTCHUTSKY- BROITMAN- Y OTROS: “Pero algunos quedarán… Los adolescentes que repiten: un desafío para todos”. Aique. 1° ED. 1997.
-          Ministerio de Cultura y Educación. N° 4 “Tiempos y espacios en el aula flexible”.N° 6 “El trabajo institucional de los alumnos”. En  “Cuadernillos para la transformación”.  1996
-          BAQUERO, R. “Del experimento escolar a la experiencia educativa. La ‘transmisión’ educativa desde una perspectiva psico-social”.  En “Perfiles educativos” Univ. Nac. De México. 2003
-          Subsecretaría de Educación. “Adolescentes en la escuela. Reflexiones acerca de los sujetos, la identidad y el sentido”.  En Programa Jornada Extendida. DGCyE. 2005
-          Subsecretaría de Educación. “Documento de trabajo N° 2: transformar la escuela con adolescentes”.  En Programa Jornada Extendida. DGCyE. 2005
-          GARCÍA, A.- GARCÍA, E.- FAZIO. R.- OLEGO, A.- SAMPELAYO, S.. Fundamentación del Proyecto “Congreso de Jóvenes”. La Matanza. 2002



[1] GARCÍA- GARCÍA- FAZIO- OLEGO- SAMPELAYO. Fundamentación del Proyecto “Congreso de Jóvenes”. La Matanza. 2002
[2] TENTI FANFANI, E. (comp). “Una escuela para los adolescentes. Reflexiones y valoraciones” Ed.. Losada UNICEF
[3] LEVENSON- ZAFFARONI y Otros. “Chicos de la calle”. Ed. El Arca.
[4] KREMENTCHUTSKY- BROITMAN- Y OTROS: “Pero algunos quedarán… Los adolescentes que repiten: un desafío para todos”. Aique. 1° ED. 1997.
[5] LEVENSON- ZAFFARONI y Otros Op. Cit.
[6] SILVA, G. “Resiliencia y violencia política en niños”. Univ. Nac. de Lanús. 1999
[7] SILVA, G. Op. Cit.
[8] SILVA, G. Op. Cit
[9] Bruner, J. Op. Cit.
[10] Bruner, J. Op. Cit.
[11] Bruner, J. Op. Cit.
[12] Bruner, J. Op. Cit.

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